martes, 5 de febrero de 2008

A MI TIERRA-PILAR

Algo se rompe en mí, y me axfisia esta obligada quietud que desmoronami paciencia. ¡Cuánto hace que no nos vemos! Se me hace extraño eltiempo que paso lejos. Con la entrada del frío y la permanenteestancia de los grises han llegado imágenes cálidas de tu recuerdo, yel deseo inconfundible y denso de volver a verte. ¡Te echo tanto demenos! Me falta mucho cuando no tengo el abrazo estrecho y rendido detus vientos y tu color. Los azules aquí sólo los encuentro en losojos de la gente; y la lluvia, que siento siempre perenne y cerca,estimula esa desazón que da la ausencia.Pero no todo es carencia e inquietudes. El sentimiento de pérdida sereconforta cuando hablo de ti a quienes viven conmigo la realidad delos días. Me gusta contar como eres, descubrir tus contornos, dar aconocer los colores que te haces vestir. Quiero que sepan de tushorizontes y límites cercanos, de tus sabores, y ese carácter alegrey de buena templanza que muchos ya conocen. Hablo de ti y ellos mecomprenden: mi vida se inspira en el Sur, ahí donde se entrelazannuestras raíces. Así he llegado a ser equilibrista en la cuerda queata mis dos latitudes, aprendíendo a enmudecer la nostalgia, aconfiar en lo ausente, y a silenciar alegóricos olvidos y ciertoscomportamientos de esta vida acelerada y distante.Hoy me he levantado con ganas de cerrar los paraguas y buscar laPrimavera, la claridad y el aroma de mi infancia, y el revuelo depalomas en la plaza de nuestros juegos; hoy, cuando todavía elinvierno está a medio hacer y el frío no ha cambiado su gesto, hesentido la necesidad de salir al encuentro de todas estas imágenesque me llaman. Mientras, te escribo apilando en las letras todo eldesorden de mis deseos.
Pilar

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