miércoles, 13 de febrero de 2008

HENDRICKJE STOFFELS-PILAR

Es tan frágil la línea que separa la historia de la imagen atrevida en la imaginación, que hasta los pinceles parecen hablar una verdad muy distinta a la que interpretas en la lectura de las telas. Quizás te dejas influenciar por los límites e imposiciones de una época que el tiempo tiene algo emborronada, o por esa extraña lógica que él daba a conocer en sus pinturas. Me entristece que no me reconozcas, que hayas olvidado que le dediqué los mejores años de mi vida, y me desees un futuro que gire en espiral. ¿No sabes que subí peldaños en su afecto hasta que no pudo pasar sin mí, o fue esto también una mentira? La puerta que ves no encierra ningún dragón, y mucho menos miedos descontrolados. ¡Nada de eso! Lo cierto es que no guardaba secretos y nos proporcionaba instantes de íntimas horas, y aunque nuestro comportamiento no obtuvo el beneplácito de los hombres que se dicen santos, nuestra unión fue reconocida como una alianza por la gente que teníamos cerca. Cuando le conocí pasaba por unos momentos de pérdidas y duelos, de los que se fue reponiendo con la lentitud y la prudencia de sus años. Yo cuidé su casa y le di también una hija que acompañó más tarde sus horas de soledad. Sus lienzos se hicieron grandes, el pincel enérgico: aprisionó mi silueta dando forma a sus desvelos y pasiones. Sí, me has visto entre calderos y ollas, entre fogones, con aspectode haber perdido el rumbo de mi destino. ¡Nada más que un momento dedebilidad y cansancio! El claroscuro envolvía nuestros recuerdos con un aspecto de melancolía, un duermevela sin sobresaltos. Entonces, ni en aquellos momentos ni después, supimos de filosofías ni de comportamientos existenciales, y tampoco de presagios. Mejor así. Nada nos hacía sentir que esos instantes se saldrían de la rutina, y que ya teníamos más cerca los cipreses, esos que crecen hacia elazul. Nadie nos dijo que la vida nos asombraría con su última jugada:una pincelada de grises poniendo acentos desvelados para siempre. No tuve odios ni me sentí esclava. Sí lloré. La vida cambiaría pronto las esperanzas, pero hasta ese momento no se dejó notar ningún movimiento extraño ..., ¡todavía no! El dolor no tardaría enacercarse: Tánatos estaba ya en camino. ¿No será su aliento lo que confunde las sombras y marca esa fronteraentre lo real y lo imaginable? Contestar a la pregunta nos llevará aconocer la verdad.
Hendrickje Stoffels
En Amsterdam, 1663
Pilar, 13 febrero 2008

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